elisina

Es el espacio donde entre todos cumpliremos el sueño de mi madre, publicar sus escritos y salvaguardar sus memorias.

VIERNES SANTO 1990

Deja un comentario

 

En sus brazos estaba todo el dolor del mundo. Incomprensible, pero era así.

 

El anuncio de su nacimiento, incomprensible también, la llenó de gozo (y de temor), pero su confianza en Dios la hizo pronunciar un Sí incondicional. Le vió crecer en la esperanza de que se cumpliera en El la promesa de Dios, y ahora lo tiene muerto entre sus brazos, incomprensiblemente muerto. Matado por la injusticia, el odio, el poder …

 

Poco antes, al pié de la cruz, el Hijo la ofreció la maternidad de un hombre: Juan, (ahora comprende que era la maternidad de todos los hombres) y también le dijo un Sí sin condiciones.

 

Mirándole ahora se preguntará a cuántos hijos más tendrá que abrazar muertos, nuevos Cristos, víctimas  de pecados ajenos.

 

Pero su Fiat la lleva más lejos: abrazará y acompañará a los que somos víctimas de nuestros propios pecados. Su amor a la humanidad se ha hecho inmenso, se ha contagiado del amor de su Hijo y, a partir de ese momento, no nos dejará sin su consuelo y, para ello, la fuerza del Altísimo también la cubrirá con su manto.

 

Viernes Santo de 1990. Han pasado casi 20 siglos y seguimos compadeciéndonos de María y de Jesús y condenando a los que le mataron, y con ello acallamos nuestras conciencias, pero seguimos teniendo miedo a decir SI, a  dejar de ser YO para ser el elegido de EL.

 

¿Cuántos nos dejaremos contagiar a partir de ahora, como María, por el amor de la muerte  de Jesús? ¿Cuántos acogeremos en nuestros brazos el dolor de los que sufren a nuestro alrededor de soledad, de incomprensión (ahora se llama depresiones), de amargura…?

 

¿Haremos nuestro el dolor de la madre o el padre (no importa el sexo, Dios es también Madre), que acogen en sus vidas el sufrimiento del hijo minusválido o drogadicto, que se va marchitando sin esperanza de recuperación? O el del mismo drogadicto, que se ve impotente para salir del pozo en que le ha sumido su inconsciencia o la mala fe de otros.

¿Lo abrazaremos o, por el contrario, pisaremos la mano con la que se agarra al brocal de su pozo para salir? ¿Le escupiremos nuestro desprecio como indeseable?

 

¿Prestaremos nuestro apoyo al que sabemos injustamente tratado, o nuestra aspiración es representar al poder, que flagela y aplasta?

 

¿Daremos vida de nuestra vida, poca o mucha, la que se nos pida en nuestro entorno, o pasaremos por el mundo sin mojarnos ni mancharnos, cómodamente, haciendo el juego a los hijos  de las tinieblas?

 

¿Seremos capaces de quitar espinas de la vida de los marginados por su raza, ideas, haber sufrido prisión, distintas costumbres, etc?.

 

–  1  –

 

Un día me fijé en todas las cosas que llevo a diario en mi bolso: un peine por si me despeino, un espejo para mirarme, barra de labios, papel y bolígrafo para tomar notas, agenda, monedero, bonobus, y hasta aspirinas por si me duele la cabeza. Cosas que, la mayoría de la veces, ni siquiera uso.

 

Entonces hice la pequeña experiencia de salir a la calle sin él. Me puse un chandal y unas zapatillas y me fui por ahí sin nada más. No tenía que preocuparme por comprar nada, pues no llevaba dinero, ni tampoco tenía miedo a que me lo quitaran. Me sentía más ligera sin el peso del bolso, más libre y, al mismo tiempo, más atenta a lo que había  a mi alrededor: a las calles, a las gentes, al cielo y también oía cantar a los pájaros y notar un nuevo calor del sol. Entonces comprendí a los que pueden vivir con una sola túnica.

 

Ya digo que fue una pequeña experiencia, pero entonces supe que el día que eso fuera habitual en mi vida, estaría preparada para celebrar la Pascua con el Señor.

Deja un comentario